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Manejo de Fraudes

Los fraudes en internet representan una amenaza latente para cualquier persona que utilice dispositivos conectados a la red, sin importar su edad, nivel educativo o familiaridad tecnológica. Desde jóvenes hasta adultos mayores, todos somos potenciales víctimas. Los ciberdelincuentes aprovechan la confianza, la urgencia o la desinformación de los usuarios para engañarlos. Por ejemplo, mediante técnicas de phishing, se envían correos o mensajes que imitan instituciones legítimas —bancos, servicios de streaming o empresas de envíos—, invitando a hacer clic en enlaces maliciosos o a descargar archivos infectados. La víctima, creyendo que la comunicación es auténtica, facilita sin saberlo información sensible o instala software dañino en sus dispositivos.

Ser víctima de estos fraudes suele ocurrir de formas sutiles y cotidianas: al responder un mensaje de texto que promete una oferta irrechazable, al conectarse a una red Wi-Fi pública sin protección, o incluso al descargar una aplicación aparentemente inofensiva desde una tienda no oficial. El delincuente busca acceder a datos personales, financieros o comerciales, ya sea para robar identidades, vaciar cuentas bancarias, extorsionar o vender la información en el mercado negro. Las consecuencias pueden ser devastadoras: pérdidas económicas inmediatas, daño crediticio a largo plazo, suplantación de identidad, secuestro de cuentas de redes sociales o correos electrónicos, e incluso el uso de los dispositivos infectados para cometer otros delitos.

Para evitar ser víctima de estos fraudes, es fundamental adoptar hábitos de navegación seguros. Utilizar contraseñas robustas y diferentes para cada servicio, activar la autenticación de dos factores (2FA) siempre que sea posible, y mantener actualizados todos los dispositivos y aplicaciones. Es igualmente importante desconfiar de mensajes inesperados que solicitan datos personales o financieros, verificar la legitimidad de los sitios web —observando si la URL comienza con «https://» y muestra el candado de seguridad— y evitar conectarse a redes Wi-Fi públicas para realizar transacciones sensibles. La educación y el escepticismo consciente son las primeras líneas de defensa.

Ante la sospecha de haber sido víctima de un fraude, se debe actuar con rapidez: reportar el incidente a la entidad financiera correspondiente, cambiar inmediatamente todas las contraseñas afectadas y denunciar el hecho ante las autoridades competentes. La ciberseguridad es una responsabilidad compartida que requiere atención constante, pero con prácticas preventivas y una actitud alerta, es posible reducir significativamente los riesgos y navegar de forma más segura en el entorno digital

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